Por Jose Manuel Cerrato. Honduras
En algunos contextos, como dice el dicho, “el silencio habla más que mil palabras»… Los músicos conocemos más que nadie el papel imprescindible que juega “el silencio” en nuestro arte. Muchas veces se piensa que para transmitir un matiz musical es necesario subir la intensidad y acentuar exageradamente las notas de un determinado tema, olvidándose que a veces basta con la riqueza del silencio para lograr ese mismo fin. Utilizo esta descripción para compararla también con la libertad de expresión (ya sea oral, escrita, etc.) que se hace sumamente difícil practicar actualmente en Honduras.
Desgraciadamente, las posiciones que se han tomado respecto al conflicto que se está viviendo actualmente en nuestra Honduras son bastante cerradas y radicales. Se ha cumplido con total éxito la tarea que se han planteado por años algunos “conocidos sectores”: polarizar y dividir al pueblo a través de la manipulación descarada. El pueblo ha caído en la trampa, y ahora nos encontramos con ésta común posición: “si no estás conmigo estás contra mí”. Da tristeza realmente que cada uno de éstos sectores crea que su verdad es absoluta, que sólo ellos son el pueblo y que los demás son unos vende patrias o yo no sé que más disparates se han dicho por allí. Estas actitudes fundamentalistas y radicales me recuerdan bastante a ciertas religiones que predican que solo sus creyentes son salvos y que todos los demás irán al infierno… Por suerte o por desgracia, ha habido demasiada manipulación en la información que circula tanto a nivel nacional como internacional como para que alguien pueda clamar que tiene TODA la verdad en sus manos. Yo creeré en esto hasta que se presenten argumentos fundamentados y pruebas contundentes (cosa que no he visto ni por cerca aún, ¿parte del juego político?).
Está claro que algunas personas claman ser defensores del “poder ciudadano”, otros defensores de la “sucesión constitucional”. Otros prefieren utilizar la ya gastada clasificación de los años de la guerra fría: la izquierda contra la derecha. Estoy seguro que habremos hondureños con pensamiento crítico que reconocemos las faltas y errores que estos sectores han mostrado y por eso nos es imposible identificarnos con alguno de ellos. Yo me pregunto, ¿y nosotros entonces dónde quedamos en este contexto? ¿Tenemos que forzosamente ponernos la boina de “Mel” o la de “Micheletti”? ¿Quién nos ha consultado si queremos la violencia y radicalidad con que se ha actuado hasta ahora por parte de estos sectores? ¿Por qué no se utilizan el “diálogo” y la “objetividad” para resolver conciliatoriamente los problemas que acechan a nuestra Honduras? Conste, la violencia no solamente puede ser física, muchas veces la violencia verbal es peor. Creo en “el silencio” en este momento como un “voto en blanco”. Es decir, es una posición que desaprueba la manipulación que se ha estado dando constantemente por estos dos sectores y que reconoce la “no identificación” con alguno de ellos. En lo personal, sostengo, NINGUN político corrupto y oportunista tiene la autoridad moral como para merecer mi apoyo… Al final lo que verdaderamente debe importar, más que los intereses personales y las ideologías que se prediquen, es la democracia, el bienestar, y la paz de nuestra Honduras. Como verdaderos hondureños estamos llamados a hacer cumplir las palabras que están grabadas en nuestro escudo nacional: “REPÚBLICA DE HONDURAS, LIBRE, SOBERANA E INDEPENDIENTE”.
He visto publicados varios comentarios que han atacado destructivamente la posición de Guillermo Anderson y han catalogado su arte como “falso” solamente porque él ha optado por “el silencio”. No creo que Guillermo haya pedido que su obra tenga el reconocimiento que tiene actualmente a nivel nacional e internacional. Tampoco creo que él sea un artista que compone obras comerciales basadas en “lo que la gente quiera escuchar”. El hecho de que varios hondureños nos identifiquemos con la obra de Guillermo es mera consecuencia de la excelente forma en que él ha logrado plasmar el espacio donde varios de nosotros hemos nacido y crecido: HONDURAS. A los seres humanos se nos hace muy fácil criticar y desacreditar el trabajo de los demás utilizando comentarios destructivos. Sin embargo, es sumamente difícil encontrarse con personas capaces de crear y construir obras que constituyen un aporte importante para su comunidad (probablemente eso explica porqué solo hay un Guillermo Anderson…). La obra de Guillermo tiene una riqueza lírica y musical invaluable ya que en ella ha logrado plasmar “su propia historia hondureña”, cosa que muy pocos artistas de nuestro país han logrado hacer hasta la fecha. Creo poder decir esto con fundamento ya que he tenido el honor y el placer de acompañar a Guillermo Anderson como guitarrista suplente de su banda “Ceibana” en varias ocasiones, la mayor parte de éstas se llevaron a cabo durante los años 2001-2003. Durante ese tiempo tuve que estudiar y analizar a profundidad el trabajo de Guillermo (tanto en la parte musical como lírica) para hacerle honor a la interpretación de su música. Me enorgullezco de haber tenido este privilegio y reconozco que dicha experiencia fue una gran escuela de aprendizaje; es una base importante para mi propio trabajo musical como compositor.
Quisiera hacer un llamado a los artistas hondureños para que evitemos atacarnos los unos a los otros públicamente. Lastimosamente en nuestro medio artístico abundan la hipocresía, la envidia, la mezquindad, y muchas otras actitudes negativas. La mejor forma de combatir estos males es trabajando duro y tratando de ser prudentes. Que sea el trabajo el que hable… Como me dijo una excelente amiga, “la lucha por la soberanía y la dignidad popular es cosa grande,… pero la del arte, la cultura, la identidad, ¡¡¡es algo gigantesco!!!”. No hay que perder esto de vista jamás…
jose manuel