Oscar Chávez por Luis Enrique Mejía Godoy

Conocí en los años 70 a Oscar Chávez, cantautor mexicano, o cantor de oficio, como le gustaba que lo llamaran, cuando realizábamos jornadas de conciertos de solidaridad con Chile y Nicaragua en México, donde había todo un movimiento fuerte de la Nueva Canción Latinoamericana. Ya tenía referencias de él por su actuación en la película LOS CAIFANES de 1967, y por aquellos primeros LP que me llegaron a Costa Rica en 1971 y 1972, “Oscar Chávez canta a América Latina”, Vol. 1 y 2, cuando yo escribía mis primeras canciones sociales. De este disco se hicieron emblemáticas canciones “La Niña de Guatemala”, poema de José Martí al que él le puso música, Macondo (cumbia del peruano Daniel Camino Diez Canseco), la Flor de la Canela (de Chabuca Granda), Hasta siempre Comandante Che Guevara (De Carlos Puebla), Maldigo del alto cielo (De Violeta Parra), y en otros discos sus parodias políticas y canciones recopiladas del folklore mexicano en sus dos discos de “Herencia Lírica mexicana donde aparece la canción El Charro Ponciano, La valona del preso, La Cucaracha y La Casita, y su famosa versión de “La Llorona”, que lo convirtieron en un cantor popular y de música protesta en los años sesenta.

Cada vez que viajábamos a México en los años 80 nos juntábamos con él, en la casa de los amigos mexicanos-argentinos Modesto López y Marta de Cea, en guitarreadas interminables matizadas con Ron y Tequila, con otros grandes y entrañables amigos como Amparo Ochoa, Naldo Labrín, Gabino Palomares, Alfredo Zitarrosa, Delfor Sombra, Caito, Nahuel, Tania Libertad, entre otros.

Oscar estuvo en los años ochenta en Nicaragua, creo que en dos ocasiones. Pero siempre, desde México fue un amigo solidario con la Revolución nicaraguense y grabó un tango para Sandino titulado “Caballo criollo” (Música Guz Aguila y Germán Bilbao con letra de Fernando Ramírez, y que incluyó en el disco “Nicaragua Vencerá”.

En los últimos años, Oscar Chávez rompió records de conciertos en el Auditorio Nacional del DF donde con sus viejos amigos del Trío Los Morales y otros artistas, cada año llenaba ese emblemático escenario por donde pasan los más destacados y consagrados artistas de ese país, donde cumplió sus ochenta años de vida y 18 años de realizar este concierto anual para todos sus miles de seguidores.

Oscar cantaba boleros, rancheras, valses, cumbias, guajiras, danzones y tangos, y compartió y tuvo siempre una gran vigencia y fue un gran defensor y promotor de la música antigua y la canción anónima y popular. No tenía pelos en la lengua y siempre fue muy crítico de los gobiernos de turno de su país.

Respetado por moros y cristiano, Oscar, el 20 de marzo de este año cumplió sus 85 años, de los cuales le dedicó más de medio siglo a la música, la poesía y la actuación. Amigo entrañable y solidario con todas las causas justas de la tierra. Bohemio irredento. En uno de mis viajes a México, me llevó a conocer “el verdadero México nocturno” como él me dijo y terminamos una madrugada cantando con una guitarra ajena en un antro donde aparecieron algunos de los integrantes de la Sonora Santanera que lo apreciaban mucho, como todos los artistas de México.

La última vez que nos vimos fue durante el “Segundo Encuentro de la Red de Escritores por la Tierra” en Xalapa, Veracruz, México en el año 2009.

Ayer que Modesto López nos dio la noticia de que lo habían internado por contagio del CoronaVirus me preocupé mucho porque fue un fumador empedernido. Y aunque esta mañana supuestamente tuvo una mejoría, esta tarde recibí la triste noticia de su partida. Con el corazón en la garganta lo lloré y por mi memoria pasaron como un “flashback” miles de imágenes de nuestros innumerables encuentros.

Ahora lo imagino, vestido de negro, como siempre, con sus largas patillas de Caifán, encontrándose con Cardenal y Luis Eduardo Aute que también partieron en estos meses, cantando con su voz de barítono y con un estilo único, “Yo soy como el chile verde Llorona, picante pero sabroso”… o su emblemática canción «Por ti, me ha dado por llorar como el mar, me he puesto a sollozar como el cielo, me ha dado por llorar.»

Feliz viaje querido hermano del alma. Ya nos encontraremos para compartir música, poesía y la amistad inquebrantable de siempre.

Luis Enrique Mejía Godoy
Costa Rica, 30 de Abril, 2020

 

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